Un parcial de 0-16 en un tercer cuarto que se cerró con un 15-30 le bastó a un Real Madrid que en el resto del partido estuvo muy espeso ante un Gran Canaria muy limitado en ataque.
Hay mil formas de ganar y el Real Madrid lo ha demostrado en menos de 72 horas. Hay triunfos para presumir como el del jueves ante el Milán de Scariolo y otros en los que cuenta poco más que precisamente eso, el triunfo. Al final todos valen y todos ayudan porque todos suman y de todos se aprende; O se debería. El partido del Real Madrid en el Centro Insular fue uno de esos que pueblan las temporadas: nadie se acordará demasiado de él pero cuenta. Y bien está recordar que la visita a Gran Canaria siempre es una cuestión peliaguda y que en esa pista saltan chispas por mucho que esta temporada apunta a perfil bajo para un equipo que viene siendo un milagro en movimiento durante años. Esta vez, parece, le puede tocar pelear en plantas inferiores de la liga. Pero tiene afición, un buen entrenador, corazón y una plantilla que no está mal pensada por mucho que sea evidente el agujero que han dejado los Carroll, Wallace y Moran.
El Gran Canaria no se fue nunca del partido y fue mejor cuando se jugó en el ritmo y según el plan de Pedro Martínez, un tipo meticuloso al que sólo separaron del éxito un puñado de tiros abiertos que sus jugadores no metieron. Con una defensa asfixiante el equipo canario (una victoria en cinco partidos) llegó a un 16-8 tras nueve minutos y mantuvo el partido en un gélido 24-24 al descanso. En el último cuarto ahogó al Real Madrid con una presión desesperada. Se cargó de faltas, perdió por eliminación a Bramos (15 puntos) y Green pero tuvo al Madrid viviendo de tiros libres y sin anotar en juego durante más de ocho minutos, hasta que Rudy metió una canasta circense sobre la bocina de posesión. Sólo su corazón no vio que el 24-40 del minuto 24 era definitivo y gracias a esa fe ciega puso el partido en un amago de pañuelo (51-58 con cuatro minutos por jugar). Pero le falló el estoque, la precisión en los tiros que podrían haber metido el partido en colapso. Triples abiertos, contras en las que el balón se escurría de las manos... de eso vivió un Real Madrid al final práctico, aplicado en defensa y rebote pero muy poco edificante en ataque, entre pérdidas, malos tiros y más pérdidas.
El Real Madrid ganó, en realidad, en el tercer cuarto. Le bastó en un partido más de sensaciones que de números (60-68 en el marcador, 40-89 en valoración). Y todo lo que tiene de cuestionable el resto del partido lo tienen de brillantes esos diez minutos en los que descabalgó al Gran Canaria. Y lo hizo sin Ibaka, que sigue entrando en dinámica y que, como ante Milán, sólo jugó en el segundo cuarto. Entonces fueron 100 segundos, esta vez algo más de ocho minutos: 3 puntos, 3 rebotes, 2 tapones, 8 de valoración. Ese tercer cuarto comenzó con un parcial de 0-16 y se cerró con un marcador de 15-30 que definió el resultado. Metió seis triples, tres de un Rudy que anotó 12 de sus 14 puntos en esa fase del partido, y otros dos determinantes para cerrar el cuarto. En esos minutos rompió las cadenas de Pedro Martínez y lució la calidad que determina este tipo de partidos. Tiene más y en más jugadores que su rival. Y eso, 0-16 en poco más de cuatro minutos, valió el triunfo. Bien en defensa, suelto en ataque con Rudy al mando y mejor en la intimidación y un rebote que había pertenecido a Gran Canaria en el primer tiempo.
El resto del partido, los tres primeros cuartos, estuvo entre lo obtuso, lo atascado y lo infumable para el Real Madrid. Rudy no existió en le primer tiempo pero hizo su labor después, en un puñado de minutos. Llull estuvo discontinuo y Suárez se diluyó mientras que fue casi nula la aportación de Mirotic y Tomic. Al croata le volvió a comer terreno un Begic determinante en defensa (6 rebotes, 3 tapones) y a un Mirotic congelado le sacó de la foto Felipe, que interpreta como nadie estos partidos de albañilería y agallas: 9 puntos (9/10 en tiros libres) y 13 rebotes. Tampoco tuvo su día Pocius y Carroll, recibido como el héroe que fue para el Granca, pasó de puntillas (9 puntos pero 2/10 en tiros). Así que lo mejor del Madrid más allá del tercer cuarto de Rudy y la constancia de Llull, Begic y Felipe, fue la capacidad de Sergio para cambiar el ritmo del partido en el primer tiempo. Al canario le estropeó la figura su poca cabeza y sus pérdidas de balón en el último cuarto.
El 24-24 al descanso, las 29 personales de Gran Canaria o el empate a 42 en rebote son cifras que explican la dureza y la textura casi amarga del partido. Ninguno de los dos equipos llegó al 70% en tiros libres (12/19 el equipo local, 21/31 el Real Madrid). El 4/20 del Gran Canaria en triples compensó el 10/30 del Real Madrid en tiros de dos. Hubo 26 pérdidas (12-14)... y mucho baloncesto de trinchera. Conviene quedarse con la defensa de Gran Canaria en el primer cuarto y el ataque del Real Madrid en el tercero. Con la ráfaga de Rudy, el corazón de Bramos, la percusión de Felipe... fue uno de esos partidos y lo ganó el Real Madrid, que sigue sumando y que tendrá que sacar del armario su versión de altos vuelos porque la próxima visita, en cuatro días, será al infierno de Tel Aviv. Allí no bastará con un puñado de minutos. En Gran Canaria y esta vez, sí.
Ya se a estrenado el nuevo jugadro del Madrid, Ibaka