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Llegaba con cuatro lesionados y con múltiples tocados, pero el Real
Madrid cumplió con su objetivo ante el Celta de Vigo. No podía regalar
más puntos, y supo rehacerse de todos los contratiempos para terminar
sumando tres puntos más que bienvenidos en la Casa Blanca. A Mourinho no
le funcionó la fórmula de inicio, y tuvo que cambiar de táctica al
descanso. El Real Madrid marcó un gol en cada parte, demostrando su
superioridad hombre a hombre, pero no es menos cierto que el Celta se
mantuvo más que firme entre un gol y otro, poniendo la victoria más cara
de lo que se presuponía en un principio. Un triunfo que sellaron
Gonzalo Higuaín y Cristiano Ronaldo con sendos goles que fueron la mejor
vacuna posible contra el temido Virus FIFA que había asolado Valdebebas
estas semanas.
“Tengo muy clara la defensa desde dos minutos después de que
terminara el último partido de selecciones el martes” vino a decir José
Mourinho en la rueda de prensa del viernes. De lo que se deduce que lo
de los canteranos no pasa definitivamente por la cabeza del técnico
madridista. Y es que sin tres de los laterales habituales, el de Setúbal
se decidió por una zaga con Ramos y Essien de laterales, mientras que
el bueno de Nacho Fernández tuvo que esperar su momento desde el
banquillo. Toda la vida en el Real Madrid desde pequeño, capitán del
Castilla, internacional Sub-21, ya en el primer equipo, y ni con los
tres laterales lesionados parece que son buenas circunstancias para que
un canterano dé el salto con Mourinho. El portugués ha exhibido
muchísimas cualidades, pero desde luego que no pasará a la historia por
promocionar la cantera.
Esa línea de retaguardia obligó al
técnico a romper su tradicional doble pivote al estar Khedira lesionado y
Essien en la banda, dando la alternativa a un medio del campo inédito
con Xabi-Modric, más Kaká-Ozil unos metros más adelante. Una fórmula que
maridó bastante bien en los primeros minutos del partido ante el Celta,
con una circulación muy fluida de balón y con constantes movimientos en
el frontal de ataque. Y tuvo sus frutos a los diez minutos, aunque sí,
tirando de mucha fortuna. Y es que un centro lateral de Higuaín lo
envenenó Hugo Mallo y el cuero se introdujo solo en la portería
visitante. Churri-gol, pero gol al fin y al cabo.
Sin embargo, y
al contrario de lo que se podía pensar, el gol no desniveló la balanza
del lado madridista, sino que las fuerzas se igualaron. El Celta
aprendió la lección y los cinco mediocampistas se cerraron en el centro
para ahogar todos los huecos entre líneas, asfixiando así los desmarques
constantes de los Ozil, Kaká y Modric. El Real Madrid fue perdiendo la
visión, y mientras los celestes se defendían cual espartanos iban
ganando en confianza gracias a unos Alex López, Iago Aspas, y Borja
Oubiña que demostraron una personalidad impropia de un recién ascendido.
Así
las cosas se llegó al descanso con un Celta por debajo 1-0 tan sólo.
Ramos estuvo a punto de marcar al rechace de un córner, y Ronaldo tuvo
un cabezazo que se marchó fuera, más otro disparo que se estrelló en el
larguero en un escorzo no muy ortodoxo. Pero ni esas ocasiones aisladas
evitaron que el Celta encarara los vestuarios mucho más entero de lo que
decía el guión del partido imaginado por todos. Lo que provocó que
Mourinho moviera el banquillo en el descanso buscando más las bandas que
el centro, dando entrada a Di María en lugar de un Kaká que quizás hoy
fuera más víctima del propio partido que verdugo. Se le vio bien
físicamente, con ganas, pero sin espacios, y así el brasileño se asfixia
rápidamente.
Y ya fuera por el cambio de táctica o por la
simple inercia que dicta el talento de Real Madrid y Celta, el conjunto
blanco se volcó en la segunda parte contra la puerta de Sergio. Tuvo
tres acercamientos muy serios que no acabaron en la meta visitante por
simples imprecisiones, pero a la cuarta llegó Ozil para forzar un
penalti infantil de Cabral en el minuto 65 de encuentro. Cristiano
Ronaldo transformó la pena máxima para cerrar así el partido y redondear
su lista de víctimas en Primera División. Pues el Celta era el único
equipo español al que aún no había logrado marcar el ‘7’ merengue, que
suma ya 11 goles en los últimos seis partidos con el Real Madrid.
A
cinco minutos del final, tanto Park como Bermejo pudieron marcar para
el Celta un gol que hubiera hecho justicia con lo ofrecido por los
gallegos sobre el césped, pero en ambas ocasiones se encontraron con un
Iker Casillas providencial. Lo que le valió una gran ovación por parte
del Santiago Bernabéu, cuando no atraviesa precisamente sus mejores
momentos con un sector del madridismo. La guinda a un partido sin nada
de lustre, pero que cumplió sobradamente con los objetivos del Real
Madrid.
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