Getty
Cuando los dos mejores conjuntos de una liga se enfrentan, cabe la
posibilidad de que se anulen en el terreno de juego, literalmente. Un
equipo tiene unas virtudes que son cubiertas por el rival, y viceversa.
La Juventus se caracteriza por las largas posesiones de balón, por la
paciencia en la creación de las jugadas y el dominio absoluto del tempo
del partido. Cierto es que el dominio ha sido suyo durante un gran
porcentaje de los noventa minutos, pero la clarividencia de otras
ocasiones no se ha exhibido con continuidad.
A ello ayuda el potente e inteligente centro del campo azzurro, en
el que Inler y Behrami se encargaban de separar y desligar la transición
juventina defensa-ataque, haciendo desaparecer a una de las piezas
básicas del esquema de Conte (y posiblemente la más infravalorada),
Claudio Marchisio. Pirlo aporta la precisión cirujana en el pase,
mientras que Vidal aporta pundonor y potencia, además de una técnica
exquisita. Marchisio es el encargado de hacer la mayor parte del trabajo
sucio, presiona, roba balones y los distribuye con criterio. Hoy
comenzó sin poder hacer ninguna de esas funciones.
El Nápoles
era más que nunca un 5-3-2, más allá del supuesto 3-5-2 que suele
emplear. Zúñiga y Maggio estaban constantemente más cerca de la línea de
tres defensiva que de los dos puntas, aislados entre los zagueros
juventinos. La creación de peligro napolitano se producía con los
balones aéreos que Cavani conseguía llevar al césped para combinar con
Pandev, o bien tratar de terminar la jugada en solitario, lo cual era
casi imposible ya que siempre se encontraba rodeado de jugadores
vestidos de negro.
El partido también estaba marcado por las
ausencias en la Juve. Aunque por nombre la más notable es la baja de
Buffon, sin embargo es mucho más decisivo y fundamental en el desarrollo
correcto del juego Juventino Mirko Vucinic. El montenegrino es único
haciendo que su equipo se mueva, habilitando a su compañero en punta,
recibiendo de Pirlo. Pero Vucinic no estaba y Giovinco no puede llenar
ese hueco. El pequeño turinés es habilidoso y voluntarioso, pero le
falta mentalidad de gran jugador para adaptar sus características a un
partido de este nivel. Se pierde en regates inoportunos y le cuesta
soltar el balón cuando lo recibe.
Cavani era el único en el
Nápoles que era capaz de sacar a su equipo del campo propio. Un disparo
de una falta a la cruceta parecía despertar a los azzurri de su letargo y
terminaron el primer tiempo con la Juve metida en su área, aunque no
por ello sintiera amenazada la portería de Storari. Pero el ahínco
napolitano duró hasta el pitido que indicaba el descanso. Tras ello, la
Juventus volvió a adueñarse de la situación, controlando el partido,
pero con una falta de profundidad preocupante. Ni siquiera la entrada de
Matri por el lesionado Quagliarella cambió el rumbo.
Quién iba
a pensar que los hombres que finalmente decidirían el encuentro entre
los dos mejores equipos de Italia serían los que salían del banquillo
para, daba la sensación, hacer bueno el empate. Cáceres se ha
acostumbrado a marcar a los grandes. El año pasado marcó un doblete al
Milan, después otro gol al Inter y ahora se ha cargado el buen
planteamiento de Mazzarri con un remate de cabeza inapelable. Aunque si
espectacular fue el tanto del uruguayo, más incluso lo fue el de Paul
Pogba, que enganchó una volea en la frontal con la izquierda para cerrar
el encuentro.
La Juve fue mejor, mereció más que un Nápoles
rácano y conformista y, como suele pasar en el equipo de Conte, no
marcaron los delanteros. La Juventus vuelve a ser líder en solitario,
ahora con tres puntos de ventaja sobre el Nápoles, que ve frenadas en
seco sus ilusiones de Scudetto a final de año. La Juventus dejó claro,
aunque fuera al final y por jugadas aisladas, quién es el campeón de
Italia.
Mundo-deportes es un foro, si quieres opinar sobre esta noticia, respectando la opinión de los demás, regístrate, pide nick y contraseña y correo por ello no recibirás publicidad y es gratis.