La oportunidad para el Nápoles era enorme, quizás la última que iba a tener en la lucha por el campeonato. Los primeros minutos mostraron a los napolitanos con una fuerza extra de la que se había podido ver en el último mes de Serie A, en el que les ha faltado sobre todo convicción. Pero apenas les aguantó ese instinto inicial unos cinco minutos, el tiempo que necesitó la Juve para crear un par de ocasiones no especialmente peligrosas, que hicieron rezumar los miedos y los nervios de los azzurri, especialmente imprecisos a la hora de salir con el balón jugado en la primera parte. Ahí se notó el mal momento de Gökhan Inler, el hombre que tiene que ser el faro napolitano. El suizo perdió varios balones peligrosos que dieron opciones a un Vucinic especialmente activo en el inicio.
El planteamiento inicial de Mazzarri consistía en presionar muy arriba a la Juventus para complicar la salida del balón. Tanto Pandev como Cavani se posicionaban cerca del área bianconera, y durante muchos momentos a la Juve le costó generar juego. La idea pretendía generar pérdidas en campo juventino que posibilitaran el contragolpe, una de las armas predilectas del Nápoles. Pero curiosamente esta táctica dio más frutos en el segundo tiempo que en el primero. Pirlo regaló dos balones a Hamsik que estuvieron a punto de costar un gol en contra, que hubiera sido el 2-1. De hecho, en esa fase fue Buffon el más destacado de la Juvenutos.
Aun así, el Nápoles no pasaba de esporádicos estímulos de rabia y coraje originados de alguna ocasión creada, pero no conseguía alargarlos en el tiempo. En esa situación la Juve no sufría especialmente en su portería. Hamsik probaba desde lejos, sobre todo con la zurda, pero no sorprendía a Buffon. La sensación se prorrogó después del gol visitante. A los diez minutos, un córner en corto no parecía llevar a ninguna parte, porque Pirlo no encontró a Giovinco, su primer objetivo. El balón le llegó de nuevo a Pirlo, que quebró majestuosamente a Behrami y con la izquierda puso el balón en la cabeza de Chiellini. El defensa le ganó en el salto a Britos, el cual estaba más atento de obstaculizar al ‘3’ bianconero que de despejar un balón que le venía de cara.
El Nápoles se convirtió entonces en un equipo precipitado y nervioso. Las entradas a los jugadores de la Juventus empezaban a tomar un cariz más virulento y las jugadas propias no llegaban a buen puerto. En cambio, la Juventus vivía cómoda al contragolpe, extraño en en el juego de Conte. La Juve decidió esperar a que el Nápoles se estrellara contra su muro para que Pirlo lanzara Vucinic y Pirlo. El montenegrino, de haber estado mínimamente más acertado en la primera parte, habría sentenciado el partido. Pero no lo hizo, y la Juve lo pagó. Inler se encontró un balón en la frontal del área, disparó y la cabeza de Bonucci lo mandó a la escuadra, allá donde nunca podía llegar Buffon. El primer tiempo acabó con polémica. Cavani propinó un codazo a Chiellini que el árbitro sancionó con amarilla. La acción venía precedida de varios encontronazos entre ambos, un agarrón de pelos de Chiellini al uruguayo incluido.
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