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Como si de economía se tratara y no de fútbol, Alemania se impuso a
España este miércoles en el Westfalenstadion. Un contratiempo inesperado
en los planes de un José Mourinho que aún no había perdido con el Real
Madrid en los catorce partidos anteriores de la fase de grupos de la
Champions League. Sin embargo, si bien al principio de la temporada el
propio equipo blanco tenía gran parte de la responsabilidad de sus
propios tropiezos, poco se le puede decir de la derrota ante el Borussia
Dortmund excepto que el cuadro teutón es un señor equipo, y que se
comportó como tal en un partido bellísimo y vibrante con multitud de
ocasiones por ambas partes. El cuadro amarillo, en las botas de
Lewandowski y Schmelzer, aprovechó mejor las suyas a raíz de los fallos
puntuales del Real Madrid, neutralizando el golazo de Cristiano Ronaldo a
pase de Mesut Ozil.
No era el día del equipo blanco. Llámese infortunio, imprecisión o
maldición germana, además de cierta fragilidad defensiva, pero fue el
día de un Borussia Dortmund que se queda como líder del grupo de la
muerte. La mejor noticia para el Real Madrid, que el Manchester City
pinchó en Amsterdam, y que en apenas dos semanas tiene oportunidad de
contrarrestar esta derrota en el Santiago Bernabéu, de nuevo ante el
buen equipo de Jurgen Klopp.
Decía José Mourinho hace unos días
que al Real Madrid no se le podía comparar con el Barcelona, pero sí con
el Borussia Dortmund, porque tenía más cosas en común. Y no le faltaba
razón al técnico de Setúbal, pues el partido empezó cual choque de
trenes entre dos equipos con un estilo casi idéntico: eléctricos,
vertiginosos, fundados desde la velocidad, la capacidad goleadora, el
contraataque, con el ataque en la cabeza antes que la defensa. Un choque
de trenes en toda regla. Hasta el punto de que las imprecisiones en
ambos equipos permitieron, no sólo que el control del choque fuera
alternando de un conjunto a otro, sino también que ambos se repartieran
las oportunidades de gol, dibujando así un partido nunca menos bello y
emocionante de lo se podía haber imaginado cualquier aficionado antes
del pitido inicial.
Mesut Ozil gozó de la primera ocasión a los
cinco minutos, en un arranque fulgurante de los blancos, pero el germano
no acertó siquiera a contactar con el balón desde el balcón del área
pequeña cuando entraba solo. Mediada la primera parte, Di María también
probó fortuna desde el borde del área. Por su parte, a la media hora fue
Kehl el que obligó a Casillas a hacer una gran parada al potente
disparo. Y en este juego de ida y vuelta, fue el Borussia el que golpeó
primero, con las mismas armas que el Real Madrid. Pepe falló en la
entrega a Ozil en su propio campo, y la buena presión amarilla propició
que Lewandoski batiera a Casillas en el mano a mano tras un contraataque
lanzado de libro.
Faltaban
diez minutos para el descanso, pero antes del paso por vestuarios
Cristiano Ronaldo tuvo tiempo para marcar el empate, con las mismas
armas que el Dortmund, por decirlo de alguna manera si se permite la
redundancia. Un robo de balón en campo propio propició que Ozil pudiera
trazar un magnífico pase diagonal a la espalda de la defensa hacia
Ronaldo, que con un solo toque batió en vaselina a Weidenfeller. “Calma,
calma” le dijo Ronaldo al Westfalenstadion, como ya se lo había dicho
al Camp Nou, pero lo cierto es que era difícil tenerla cuando en 45
minutos había pasado de todo. Hasta Luka Modric tuvo que saltar para
suplir al lesionado Sami Khedira cuando apenas se llevaban veinte
minutos disputados.
Y con ese mismo ritmo vertiginoso, incapaz de
trazar un guión con sentido, comenzó la segunda parte. Casillas tuvo
que sacar las alas de ángel para despejar un remate a bocajarro de Reus,
y apenas cinco minutos después, un tiro de Di María en un forzado mano a
mano se marchó lamiendo el poste. Todo ello antes de que Schmelzer
marcara el 2-1 al minuto 65 aprovechando un fallo en cadena de la zaga
merengue. El Borussia entró como Pedro por su casa por la banda de
Essien, el centro lateral no fue bien despejado por Casillas, y fue el
lateral amarillo el que cazó el rechace al borde del área aprovechando
que Di María se relajó en la marca. Su volea no fue rechazada ni por
Pepe ni por Casillas, colándose así en la portería merengue para poner
aún más pimienta a un encuentro vibrante.
El Real Madrid, fiel a
su historia, buscó el empate sin venirse abajo. Pero esta vez se
encontró a un Dortmund que ni mucho menos se replegó, con lo que las
ocasiones se siguieron sucediendo. Los locales llegaron a pedir incluso
dos penalties de Pepe y Xabi Alonso, que no parecieron tales, mientras
que al Real Madrid le faltaba enlazar el último pase con precisión para
llegar con claridad a los dominios de Weidenfeller. Di María y
Lewandowski aún pudieron cambiar el resultado en los últimos minutos del
partido, pero no fue así. El Real Madrid cayó con la cabeza alta. Y el
Borussia Dortmund ganó con la cabeza aún más alta.
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