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Massimiliano Allegri tenía que afrontar la visita a la capital
piamontesa con tres bajas sensibles en su inamovible esquema que tan
buenos resultados le estaba dando hasta el momento. Riccardo Montolivo
estaba ausente por segundo partido consecutivo después de perderse por
lesión el encuentro intrascendente ante el Zenit entresemana, su lugar
lo volvió a ocupar Urby Emanuelson. Mientras, la baja de Constant era si
cabe más sensible por la falta de alternativas en el lateral izquierdo
de la plantilla milanista. Ese lugar lo ocupó finalmente Ignazio Abate,
que hizo a Mattia de Sciglio jugar cambiado de banda, ya que su hábitat
natural es la zona derecha.
Además, tampoco estaba Kevin Prince Boateng, sancionado por su
agresión en Catania. La opción más clara para mantener el estilo de los
tres puntas milanistas seguramente habría sido Bojan Krkic, pero Allegri
no confía todavía en el español, sino en Pazzini. Quien también cumplía
partido de sanción era el central granata Glik, que vio la roja en el Derby della Mole contra la Juventus.
A pesar de lo que suele ser habitual, este Milan quiso tener el balón
en el Olímpico de Turín, también por ello de que el Torino
prácticamente no fue capaz de gestionar sus posesiones de balón con
criterio. Sus dos jugadores del medio del campo, Basha y Gazzi, estaban
especialmente torpes en la entrega y propiciaron varias pérdidas de
balón que, eso sí, el Milan no supo aprovechar.
El que sí lo aprovechó bien fue Mario Santana. En un momento de
tímida presión turinesa, Nocerino cedió el balón atrás, esperando que la
potencia que le imprimió al balón fuera lo suficiente para que llegara a
Amelia, pero no fue así y el argentino se encontró solo para batir al
arquero milanista en el uno contra uno. La alegría granata era lógica, sobre todo teniendo en cuenta la poca productividad del equipo de Ventura durante todo el primer tiempo.
Aunque el Milan tampoco estuviera haciendo un fútbol brillante, en
absoluto, sí que se encontraba más a menudo en las inmediaciones de la
portería de Gillet y con la calidad individual de El Shaarawy o Robinho
podía llegar el empate en cualquier momento. Y así fue, gracias al
propio Robinho, que estaba cuajando un primer tiempo realmente flojo. Y
ya en la reanudación fue el italo-egipcio el que generó el gol de
Nocerino con una internada por la banda izquierda. Su centro lo desvió
Gillet justo a la cabeza del ‘8’ milanista.
Una vez perdió la ventaja en el marcador, el Torino apretó con fuerza
al Milan hacia su campo. El doble pivote se reactivó y empezó a generar
algo más de fútbol. También funcionó el cambio de Ventura, que sacó del
campo a Cerci e introdujo a Birsa. Pero justo cuando mejor estaba el Toro y cuando peor lo pasaba el Milan, apareció Pazzini para poner la sentencia. Los jugadores granata
protestaron un empujón del ex interista que parecía evidente. El
árbitro hizo caso omiso a las quejas. Con el partido sentenciado, las
ocasiones se sucedían para el Milan hasta que llegó el gol del capocannoniere
de la Serie A, El Shaarawy, que aprovechó un error de Gillet, que se le
escapó el balón. El gol de Bianchi no sirvió para nada. Tercera
victoria consecutiva de un Milan que parece que por fin empieza a
levantar cabeza. Lo peor, la lesión de Nigel de Jong, que se rompió el
tendón de Aquiles y probablemente se pierda lo que queda de temporada.
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