Los Angeles Lakers ganaron 102-89 a los Celtics y pusieron la primera piedra para sumar su decimoséptimo título de campeón de la NBA. El 1-0 en las Finales de la NBA no es una ventaja significativa... excepto si en el banquillo del equipo que disfruta esa ventaja está sentado Phil Jackson. A lo largo de su exitosa carrera el Señor de los Anillos no ha perdido ninguna de las 47 series que ha comenzado ganando, lo que es toda una garantía de triunfo para los de púrpura y oro.
Boston se plantó en Los Ángeles dispuesto a emular las finales de hace dos años, en las que impusieron su veteranía, dureza y saber hacer, pero los Lakers demostraron que ahora son un equipo mucho más maduro... y duro. La tángana que liaron Ron Artest y Paul Pierce a los pocos segundos de empezar el partido demostró a los Celtics que algo ha cambiado en L.A.
Entrada a canasta de Kobe Bryan, ante la mirada de Pau.
Antes de empezar el partido Phil Jackson dijo que la clave de la serie estaría en el duelo entre Gasol y Kevin Garnett... y Pau recogió el guante lanzando por su entrenador. El de Sant Boi dominó a su antojo la pintura, con la inestimable ayuda de Andrew Bynum, convirtiéndose en el terror de los Celtics tanto en defensa como en ataque. Por una noche a Garnett se le cayó el apodo de La Sombra, y fue Pau Gasol el que se convirtió en La Sombra de Boston... y Garnett.
La superioridad reboteadora de los Lakers (42-31) propició que los angelinos anotasen 16 puntos en segundas opciones de tiro... por cero puntos de los Lakers. Este dato demuestra bien a las claras que los Celtics no contaron con argumentos interiores para plantar cara a los de púrpura y oro.
La esperanza de los Celtics se fundamentó en Rajon Rondo, que protagonizó una gran primera parte pero que no pudo rescatar a los Celtics de sus miserias en un tercer cuarto en el que ni el orgullo permitió a Boston sobrevivir a las embestidas de Shannon Brown y Jordan Farmar. Con 20 puntos abajo afrontaron el último cuarto derrotados, aunque un pequeño bajón de los Lakers les dio algo de esperanzas.
En los Lakers destacó su buena defensa (apretaron de lo lindo toda la noche), brilló una noche más Kobe Bryant (30 puntos sin despeinarse), dominó a su antojo la pintura Pau Gasol (el mejor pívot del mundo sin discusión) y aportó su granito de arena un Ron Artest que a parte de intensidad y agresividad... ofreció tiro exterior (tres triples de cinco intentos).
Boston se plantó en Los Ángeles dispuesto a emular las finales de hace dos años, en las que impusieron su veteranía, dureza y saber hacer, pero los Lakers demostraron que ahora son un equipo mucho más maduro... y duro. La tángana que liaron Ron Artest y Paul Pierce a los pocos segundos de empezar el partido demostró a los Celtics que algo ha cambiado en L.A.
Entrada a canasta de Kobe Bryan, ante la mirada de Pau.
Antes de empezar el partido Phil Jackson dijo que la clave de la serie estaría en el duelo entre Gasol y Kevin Garnett... y Pau recogió el guante lanzando por su entrenador. El de Sant Boi dominó a su antojo la pintura, con la inestimable ayuda de Andrew Bynum, convirtiéndose en el terror de los Celtics tanto en defensa como en ataque. Por una noche a Garnett se le cayó el apodo de La Sombra, y fue Pau Gasol el que se convirtió en La Sombra de Boston... y Garnett.
La superioridad reboteadora de los Lakers (42-31) propició que los angelinos anotasen 16 puntos en segundas opciones de tiro... por cero puntos de los Lakers. Este dato demuestra bien a las claras que los Celtics no contaron con argumentos interiores para plantar cara a los de púrpura y oro.
La esperanza de los Celtics se fundamentó en Rajon Rondo, que protagonizó una gran primera parte pero que no pudo rescatar a los Celtics de sus miserias en un tercer cuarto en el que ni el orgullo permitió a Boston sobrevivir a las embestidas de Shannon Brown y Jordan Farmar. Con 20 puntos abajo afrontaron el último cuarto derrotados, aunque un pequeño bajón de los Lakers les dio algo de esperanzas.
En los Lakers destacó su buena defensa (apretaron de lo lindo toda la noche), brilló una noche más Kobe Bryant (30 puntos sin despeinarse), dominó a su antojo la pintura Pau Gasol (el mejor pívot del mundo sin discusión) y aportó su granito de arena un Ron Artest que a parte de intensidad y agresividad... ofreció tiro exterior (tres triples de cinco intentos).