Apagadas las antorchas de la remontada, extraviado el sueño de la Champions y declinante en Liga desde el mes de octubre, poco le quedó al Madrid a lo que agarrarse ante el Valladolid en lo que fue un ejercicio funcionarial y una victoria plomiza. Sin épica a la que recurrir ni esperanza de gloria que perseguir, el resultado fue un equipo pusilánime y como casi siempre esta temporada, yermo en fútbol, sólo rescatado por los goles de Cristiano Ronaldo, ajeno a melancolías o trámites y el fulgor puntual de sus compañeros en el ataque.
Con los ecos de la eliminatoria ante el Dortmund aún presentes, Mourinho, dentro de la covacha toda la tarde, no quiso ahondar en su cuita personal con un público que le pitó con fervor en la previa del partido. Tampoco tenía Chamartín cuerpo para los juicios personales que tanto gustan al mánager blanco y no fiscalizó a sus jugadores, algunos en la picota tras el martes. Fue un partido de tantos en esta mediocre Liga que ha disputado el Madrid. En casi ningún momento del choque se advirtieron las hechuras de un equipo resuelto. Ni Khedira, ni Modric dieron una resolución nítida al centro del campo. Por más que Di María se agregó con abnegación entre los volantes para intentar ayudar en la construcción.
Quizás Di María descifró con su actuación los problemas y las virtudes de este Madrid ciclotímico. Voluntarioso como pocos, mezcló con pasión errores y aciertos. Siempre lo hizo desde el protagonismo, a veces excesivo, a veces mal entendido. Hasta intentó botar un saque de banda que correspondía al Valladolid, pero esta vez no coló. Antes había personificado lo bueno y lo malo de su equipo. Un infame cambio de orientación suyo en su zona de centrales allanó el camino del primer gol de la tarde, firmado por Oscar gracias a Di Maria, a la inestimable colaboración de un Carvalho lento como siempre y a la complicidad de Diego López, que entregó con facilidad su palo.
Siguió a lo suyo el Madrid y también Di María tras el gol. El partido era del Valladolid, que disfrutó de sus mejores momentos gracias a unos centrocampistas y atacantes inteligentes, que interpretan el fútbol con sencillez y colmillo. Ebert, Omar, Óscar y Javi Guerra se bastaron para poner en evidencia al centro del campo y a la defensa del Madrid. Una combinación entre los tres últimos terminó en el gol del empate del Valladolid, que había visto como el Madrid remontaba en una bocanada el tanto inicial de Oscar. Un disparo de Di María desviado fatalmente por Valiente a la red fue el empate, mientras que un espléndido cabezazo de Cristiano Ronaldo tras un gran servicio del ‘Fideo’ volteó provisionalmente el marcador. Pudo ser definitiva la sangría, pues Cristiano estrelló un violento saque de falta en el larguero, y otro tiro libre del portugués a punto estuvo de envenenarse fatalmente.
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Con los ecos de la eliminatoria ante el Dortmund aún presentes, Mourinho, dentro de la covacha toda la tarde, no quiso ahondar en su cuita personal con un público que le pitó con fervor en la previa del partido. Tampoco tenía Chamartín cuerpo para los juicios personales que tanto gustan al mánager blanco y no fiscalizó a sus jugadores, algunos en la picota tras el martes. Fue un partido de tantos en esta mediocre Liga que ha disputado el Madrid. En casi ningún momento del choque se advirtieron las hechuras de un equipo resuelto. Ni Khedira, ni Modric dieron una resolución nítida al centro del campo. Por más que Di María se agregó con abnegación entre los volantes para intentar ayudar en la construcción.
Quizás Di María descifró con su actuación los problemas y las virtudes de este Madrid ciclotímico. Voluntarioso como pocos, mezcló con pasión errores y aciertos. Siempre lo hizo desde el protagonismo, a veces excesivo, a veces mal entendido. Hasta intentó botar un saque de banda que correspondía al Valladolid, pero esta vez no coló. Antes había personificado lo bueno y lo malo de su equipo. Un infame cambio de orientación suyo en su zona de centrales allanó el camino del primer gol de la tarde, firmado por Oscar gracias a Di Maria, a la inestimable colaboración de un Carvalho lento como siempre y a la complicidad de Diego López, que entregó con facilidad su palo.
Siguió a lo suyo el Madrid y también Di María tras el gol. El partido era del Valladolid, que disfrutó de sus mejores momentos gracias a unos centrocampistas y atacantes inteligentes, que interpretan el fútbol con sencillez y colmillo. Ebert, Omar, Óscar y Javi Guerra se bastaron para poner en evidencia al centro del campo y a la defensa del Madrid. Una combinación entre los tres últimos terminó en el gol del empate del Valladolid, que había visto como el Madrid remontaba en una bocanada el tanto inicial de Oscar. Un disparo de Di María desviado fatalmente por Valiente a la red fue el empate, mientras que un espléndido cabezazo de Cristiano Ronaldo tras un gran servicio del ‘Fideo’ volteó provisionalmente el marcador. Pudo ser definitiva la sangría, pues Cristiano estrelló un violento saque de falta en el larguero, y otro tiro libre del portugués a punto estuvo de envenenarse fatalmente.
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