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La selección española inicia ante Uruguay la medianoche del domingo su camino al último título que le falta para cerrar el círculo más exitoso de su historia. Convertido en el primer combinado que consigue encadenar dos Eurocopas y un Mundial, este torneo representa a las claras el principio del fin de la generación más brillante que ha alumbrado el fútbol español. Antes del colofón del verano que viene, también en Brasil, la Confederaciones, un aperitivo en comparación con la Copa del Mundo de 2014, no es baladí para un puñado de futbolistas a los que sólo falta esta casilla por tachar en su palmarés.
Aparece en la primera posta un rival conocido al que España embestirá con la ya perenne duda de la utilización o no de un nueve y con la novedad de la incertidumbre en la portería y el desamarre del centro del campo, donde Busquets se bastará como ancla ante la ausencia de Xabi Alonso, desde 2009, una sociedad indivisible. Parece que Vicente del Bosque descorchará el torneo con un punta de referencia, que será Roberto Soldado y que Víctor Valdés, soberbio ante Francia, se situará bajo los palos. Un premio merecido para un portero superlativo al que el barbecho forzado de Iker Casillas ha abierto la ventana en la selección.
Tendrá tajo seguro quien finalmente ocupe la portería. Si España adolece de delanteros, Uruguay tiene a algunos de los mejores. Seguro a dos de los que más de moda están en este mercado de fichajes: Edinson Cavani y Luis Suárez, dos goleadores compulsivos que hacen honor a la estirpe de los atacantes uruguayos, desde Francescoli a Forlán, que agita sus últimos coletazos con la celeste. En la órbita del Madrid y de media Europa, Cavani y Luis Suárez estiran a un equipo aguerrido y competitivo como pocos.
Vigente campeón de Sudamérica y semifinalista en el Mundial de Sudáfrica, la selección de Tabarez es un conjunto comprometido y profundamente orgulloso de sus raices. Alguna mística especial alberga un país de apenas tres millones que ha sido dos veces campeón planetario y produce incesantemente futbolistas poliédricos. Sobrios defensas, laboriosos centrocampistas y unos delanteros que aglutinan el ADN del jugador uruguayo y lo aderezan con una capacidad goleadora incunable.
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Tendrá tajo seguro quien finalmente ocupe la portería. Si España adolece de delanteros, Uruguay tiene a algunos de los mejores. Seguro a dos de los que más de moda están en este mercado de fichajes: Edinson Cavani y Luis Suárez, dos goleadores compulsivos que hacen honor a la estirpe de los atacantes uruguayos, desde Francescoli a Forlán, que agita sus últimos coletazos con la celeste. En la órbita del Madrid y de media Europa, Cavani y Luis Suárez estiran a un equipo aguerrido y competitivo como pocos.
Vigente campeón de Sudamérica y semifinalista en el Mundial de Sudáfrica, la selección de Tabarez es un conjunto comprometido y profundamente orgulloso de sus raices. Alguna mística especial alberga un país de apenas tres millones que ha sido dos veces campeón planetario y produce incesantemente futbolistas poliédricos. Sobrios defensas, laboriosos centrocampistas y unos delanteros que aglutinan el ADN del jugador uruguayo y lo aderezan con una capacidad goleadora incunable.
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