En apenas dos minutos sobre el campo, Fernando Torres cerró un partido y abrió otro que se jugará hasta el jueves: quién será el delantero de España en la semifinal ante Italia. Resolvió el nueve madrileño un encuentro inusual, marcado por el asfixiante calor y la humedad, y en el que durante muchos tramos la selección no tuvo el control que acostumbra sobre el juego. Se convirtió el partido en un ida y vuelta, sobre todo en la primera mitad, en la que la la contienda se resumió a una batalla de áreas. Perdonó varias Nigeria y erró dos mano a mano Soldado de esos que marcan a un delantero centro en una competición como estas. El valencianista acaba la primera fase en el diván. Entre medias de todo, Jordi Alba abrió y cerró la goleada con dos tantos que resumen sus virtudes. Un velocista endiablado con alma de delantero centro, donde comenzó.
Apuntaba inequívocamente hacia lo de siempre el partido tras los primeros minutos. España se desplegó con la brillantez que patenta su estilo. Aparecieron los laterales y Xavi, Iniesta y Cesc afinaron los violines. Fue impresionante el escalonamiento y la movilidad de los tres jugadores durante los primeros compases. El manchego, de nuevo en los interiores, fue el hilo conductor del juego español. Puso el paso Iniesta y Cesc se convirtió en una pesadilla para la defensa de Nigeria por su vocación anárquica y carácter indetectable. Omnipresente en todo el flanco del ataque, una pared con Iniesta iniciando en el carril del ocho, fomentó el gol de Jordi Alba, afilado como un galgo y definidor como un cirujano. Brillante el lateral, que cerró la goleada con un golazo para enmarcar en el descuento.
Todo esto se apagó a los diez minutos. Progresivamente, España fue abundando punto por punto en los males que le hacen una selección mortal. Perdió el balón, sino de su existencia, se alargó sesenta metros y el encuentro se convirtió en una carrera desatada en la que el equipo de Del Bosque no suele estar cómodo. Se sucedieron entonces las ocasiones en ambas porterías. Avisó Akpala tras una gran jugada de Obi Mikel y la selección aceptó el envite de golpes indiscriminados. Se ausentó la precisión en un choque plagado de ocasiones.
De este carrusel de ocasión-gol salió especialmente damnificado Soldado, que hizo todo bien menos definir. Se movió a la perfección el delantero del valencia, estirando al equipo con una serie de desmarques que fueron una tortura para la adelantada defensa africana. Primero un pase de quarterback de sesenta metros de Sergio Ramos y luego una asistencia definitiva de Pedro emplazaron a Soldado con el portero. Se atolondró en ambas ocasiones, quizás con demasiado tiempo para pensar, lo que tendrá hasta el jueves, fecha del próximo partido. No abdicó en cualquier caso el valencianista. Siguió a lo suyo, que es moverse, jugar de espaldas, ofrecer una referencia móvil y fijar a los centrales. También se vistió de pasador convertido coyunturalmente en extremo derecha con un servició fenomenal para Cesc, que desde el punto de penalti, también solo, remachó contra el poste.
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