El Villarreal volvió a sucumbir, esta vez ante el Celta (0-2), tras el traspié en el Santiago Bernabéu frente al Real Madrid (4-2) en un partido que finalizó más allá de la medianoche después de ser interrumpido en el minuto 87 por una acción infame y detestable, una vez más y tras el incidente del 'mecherazo' a Cristiano Ronaldo en el Vicente Calderón, por el lanzamiento de un gas lacrimógeno al terreno de juego.
En El Madrigal se presagiaba un encuentro eléctrico, vibrante entre dos equipos que entienden el fútbol a partir de la posesión y de la templanza. Dos conjuntos que saben mimar la pelota y cuyo estilo de juego se basa en la explosividad y en el desparpajo. El duelo tuvo una génesis propia de una cita competitiva, con los amarillos muy rápidos en las transiciones ante un oponente estructurado y dispuesto a hacer naufragar al 'submarino'. Pero el primer aviso fue de los de Marcelino García Toral cuando, en el minuto 7, un disparo al borde del área de Bruno Soriano salió lamiendo el palo de la meta de Yoel. Lejos de amedrentarse, los visitantes volcaban su iniciativa en el descaro de Rafinha en el costado y en la juventud de un Santi Mina que era el protagonista en punta de ataque por la baja, por gripe, de Charles pero que no tuvo opción para poder brillar.
Enfrente, un Villarreeal reforzado en la medular y amparado en el orden del propio Bruno y en la creatividad de un Tomás Pina que cumplía su partido 100 en la máxima categoría del balompié español. Con la ausencia notable del goleador nigeriano Ikechukwu Uche, con 12 tantos en Liga, el galo Jérémy Perbet asumía el papel de killer en el área junto a un Giovani dos Santos intermitente pero imprescindible en el once. A los 21 de juego, una gran jugada y un centro envenenado de Mario Gaspar no encontró rematador en el área y la defensa viguesa atinó a despejar sin complicaciones. Aunque la batalla se lidiaba en el manejo del esférico, al Celta le costaba llegar con clarividencia a la meta de un Juan Carlos que sustituía al lesionado, y habitual, Sergio Asenjo.
Las buenas intenciones no bastaban para un equipo visitante que perdía lucidez al traspasar el medio del campo en un encuentro donde los espacios eran escasos y la capacidad para crear peligro se resentía con tanta concentración de juego en la zona media. Aun así, los groguets parecían más cerca del gol y los vigueses no terminaban de carburar con la novedad de Andreu Fontàs en el centro del campo y la nula participación de Michael Krohn-Dehli y Augusto Fernández. Antes del descanso, los locales pudieron adelantarse pero el pase teledirigido de Bruno, al corazón del área, cogió en posición antirreglamentaria a un Manu Trigueros que introdujo inútilmente la pelota en la meta celtiña. Luis Enrique sabía que los suyos no lo estaban haciendo bien y para colmo los dos centrales, Gustavo Daniel Cabral y Jon Aurtenetxe, tenían amarilla.
Con el parón y sabiendo el peligro de estar amonestado, el primero fue sustituido por íñigo López para evitar un susto mayor. Y nada más comenzar el segundo acto, Bruno volvió a dar un toque de atención a los visitantes tras rematar un saque de córner muy bien efectuado por Dos Santos. Sin tiempo para el respiro y en la jugada posterior, Mina armó un disparo que a punto estuvo de encontrar la portería amarilla. El arranque de los segundos 45 minutos invitaba a pensar que el partido podía abrirse y ver así un continuo ida y vuelta en las áreas. A los 46 de juego, el colegiado Fernández Borbalán volvió a anular un gol a los locales después de que Yoel no consiguiese atajar un zarpazo del propio Bruno y de que Moi Gómez, en fuera de juego, cediese el balón para que Perbet lo empujase.
Con el trascurso del encuentro y con la necesidad de no descolgarse de los puestos de Champions League, los de Marcelino García Toral seguían dando argumentos de querer llevarse una cita que se iba convirtiendo en más incómoda para el Celta. En medio de la asfixia y sin el control, los de Luis Enrique iban perdiendo fuelle más deprisa que despacio y basaban su peligro en simples arreones. El reloj jugaba en contra de un conjunto visitante cada vez más encerrado y más reacio a sorprender. Pero en el fútbol todo es posible y el chileno Fabián Orellana dio el campanazo tras rematar con destreza un lanzamiento de falta efectuado por Álex López (0-1). Era el 83 y un verdadero jarro de agua fría para un Villarreal que recibía un duro golpe cuando más estaba buscando comandar el marcador. Con el resultado adverso y con la obligación de detenerse el duelo en el minuto 87 por el lanzamiento al terreno de juego de un gas lacrimógeno, los de Marcelino García Toral no levantaron cabeza y Nolito cerró el marcador (0-2) tras la reanudación. Con esta derrota, los locales pierden la posibilidad de acercarse a un Athletic Club, cuarto clasificado, que puede ganar ventaja en la tabla si gana este domingo ante el Espanyol. Fuente goal.com
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En El Madrigal se presagiaba un encuentro eléctrico, vibrante entre dos equipos que entienden el fútbol a partir de la posesión y de la templanza. Dos conjuntos que saben mimar la pelota y cuyo estilo de juego se basa en la explosividad y en el desparpajo. El duelo tuvo una génesis propia de una cita competitiva, con los amarillos muy rápidos en las transiciones ante un oponente estructurado y dispuesto a hacer naufragar al 'submarino'. Pero el primer aviso fue de los de Marcelino García Toral cuando, en el minuto 7, un disparo al borde del área de Bruno Soriano salió lamiendo el palo de la meta de Yoel. Lejos de amedrentarse, los visitantes volcaban su iniciativa en el descaro de Rafinha en el costado y en la juventud de un Santi Mina que era el protagonista en punta de ataque por la baja, por gripe, de Charles pero que no tuvo opción para poder brillar.
Enfrente, un Villarreeal reforzado en la medular y amparado en el orden del propio Bruno y en la creatividad de un Tomás Pina que cumplía su partido 100 en la máxima categoría del balompié español. Con la ausencia notable del goleador nigeriano Ikechukwu Uche, con 12 tantos en Liga, el galo Jérémy Perbet asumía el papel de killer en el área junto a un Giovani dos Santos intermitente pero imprescindible en el once. A los 21 de juego, una gran jugada y un centro envenenado de Mario Gaspar no encontró rematador en el área y la defensa viguesa atinó a despejar sin complicaciones. Aunque la batalla se lidiaba en el manejo del esférico, al Celta le costaba llegar con clarividencia a la meta de un Juan Carlos que sustituía al lesionado, y habitual, Sergio Asenjo.
Las buenas intenciones no bastaban para un equipo visitante que perdía lucidez al traspasar el medio del campo en un encuentro donde los espacios eran escasos y la capacidad para crear peligro se resentía con tanta concentración de juego en la zona media. Aun así, los groguets parecían más cerca del gol y los vigueses no terminaban de carburar con la novedad de Andreu Fontàs en el centro del campo y la nula participación de Michael Krohn-Dehli y Augusto Fernández. Antes del descanso, los locales pudieron adelantarse pero el pase teledirigido de Bruno, al corazón del área, cogió en posición antirreglamentaria a un Manu Trigueros que introdujo inútilmente la pelota en la meta celtiña. Luis Enrique sabía que los suyos no lo estaban haciendo bien y para colmo los dos centrales, Gustavo Daniel Cabral y Jon Aurtenetxe, tenían amarilla.
Con el parón y sabiendo el peligro de estar amonestado, el primero fue sustituido por íñigo López para evitar un susto mayor. Y nada más comenzar el segundo acto, Bruno volvió a dar un toque de atención a los visitantes tras rematar un saque de córner muy bien efectuado por Dos Santos. Sin tiempo para el respiro y en la jugada posterior, Mina armó un disparo que a punto estuvo de encontrar la portería amarilla. El arranque de los segundos 45 minutos invitaba a pensar que el partido podía abrirse y ver así un continuo ida y vuelta en las áreas. A los 46 de juego, el colegiado Fernández Borbalán volvió a anular un gol a los locales después de que Yoel no consiguiese atajar un zarpazo del propio Bruno y de que Moi Gómez, en fuera de juego, cediese el balón para que Perbet lo empujase.
Con el trascurso del encuentro y con la necesidad de no descolgarse de los puestos de Champions League, los de Marcelino García Toral seguían dando argumentos de querer llevarse una cita que se iba convirtiendo en más incómoda para el Celta. En medio de la asfixia y sin el control, los de Luis Enrique iban perdiendo fuelle más deprisa que despacio y basaban su peligro en simples arreones. El reloj jugaba en contra de un conjunto visitante cada vez más encerrado y más reacio a sorprender. Pero en el fútbol todo es posible y el chileno Fabián Orellana dio el campanazo tras rematar con destreza un lanzamiento de falta efectuado por Álex López (0-1). Era el 83 y un verdadero jarro de agua fría para un Villarreal que recibía un duro golpe cuando más estaba buscando comandar el marcador. Con el resultado adverso y con la obligación de detenerse el duelo en el minuto 87 por el lanzamiento al terreno de juego de un gas lacrimógeno, los de Marcelino García Toral no levantaron cabeza y Nolito cerró el marcador (0-2) tras la reanudación. Con esta derrota, los locales pierden la posibilidad de acercarse a un Athletic Club, cuarto clasificado, que puede ganar ventaja en la tabla si gana este domingo ante el Espanyol. Fuente goal.com
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