Real Madrid - Olympiacos Piraeus
El final de una historia, de una leyenda. La tumba de un cuento mágico, cuyo nombre lleva Olympiacos y se encuentra en el Palacio de los Deportes de Madrid. Sólo uno de los que cayeron arrodillados ante la magia del hechizo del equipo que nunca se rendía, fue capaz de terminar con una de las historias más hermosas del baloncesto moderno. Su verdugo fue el Real Madrid, el equipo que lleva destilando magia durante toda la temporada, el equipo que hechiza, que hipnotiza. Que llena pabellones y ha traído de vuelta el gusto por las raíces del baloncesto, raíces que no habían desaparecido, pero que llevaban años ocultas, tachadas y borradas en las marañas de tinta que imprimen los rotuladores en las pizarras. Las piernas y puntería de Llull para abrir la brecha en el segundo cuarto, el corazón de Felipe Reyes en el segundo y último cuarto, más la omnipresencia de Rudy Fernández fueron el más mortal de los venenos ante una escuadra que mentalmente ya se sentía indestructible desde que inició su leyenda una tarde cualquiera en el Sinan Erdem de Estambul.
El choque inició con las defensas imponiéndose a los ataques, no tanto por lo ajustadas de las mismas, sino más bien por el tembleque, ese dichoso hormigueo que entra en las piernas en las grandes ocasiones. Curiosamente, Sergio Llull era el hombre calmado, el que tenía las llaves de los aros y el que explosionaba en el intervalo entre el primer cuarto y el segundo. Canasta tras canasta, puñalada tras puñalada, Llull abría la primera gran brecha de 11 puntos. Los campeones no iban a achantarse, pero el Real Madrid veía un espacio abierto, una brecha de agua a través de la que poder correr y sobreponerse al primer arreón griego. La velocidad, defensa, explosividad y talento volvían al primer plano. Felipe Reyes se mostraba inconmensurable en el segundo cuarto para irse a 13 puntos. Dos contactos muy duros sobre Reyes no pitados forzaban una técnica antes del descanso, que traían 5 puntos seguidos de Spanoulis y un 0-7 que acercaban a 6 puntos al descanso.
Bourousis y Mirotic se adueñaban del partido, un juego por parejas delicioso, siempre uno veía la ventaja generada por su compañero para asistir en una situación clara que llenaba de confianza al Real Madrid y subir la ventaja por encima de la decena. Spanoulis pedía más contundencia, faltas más duras para poder entrar en partido como ya hicieron en El Pireo. Lamonica pitaba otra técnica, esta vez a Spanoulis, de la que el Real Madrid sacaba tres puntos. Pentway mantenía a Olympiacos con un par de triples que ahora era el que mejor baloncesto estaba poniendo en pista ante un Madrid un tanto deslabazado, que no encontraba buenas opciones y acababa con tiros muy forzados, aún así los griegos no conseguían cerrar más el partido que se iba con un 59-52 a los últimos diez minutos, una distancia en la que sin embargo, los rojos son muy peligrosos.
Rudy entraba en acción, estaba omnipresente, en todas las acciones, en los dos lados, lo del mallorquín era un show impresionante, 7 puntos seguidos incluidos volvían a dar una docena de puntos a unos merengues que con ocho minutos por jugar ya entraban en bonus. El Madrid martilleaba desde el rebote ofensivo, con un Felipe Reyes ejerciendo de capitán general. Spanoulis era la imagen del orgullo del doble campeón, pero que no encontraba acompañamiento y sólo podía ver como el Real Madrid preparaba la tumba para esa cenicienta que se convirtió en un poderoso e infatigable guerrero campeón durante los dos últimos años. El Madrid, consumó su venganza. Fuente solobasket.com
Quieres comentar la noticia ? Registrate en www.mundo-deportes.com solo se pide: nick, contraseña y correo electrónico. No hay publicidad.
No olvides dejar tu post para que se active tu cuenta. Gracias.