“El Sevilla es uno de los rivales más fuertes de esta Liga”. Una afirmación que cobra relevancia, no por su contenido, retórico donde los haya, sino por el interlocutor. El mismo José Mourinho, que
con sus palabras en rueda de prensa ha puesto de nuevo en el panorama
futbolístico del país un partido que per sé nunca debiera haber
desaparecido: un Sevilla-Real Madrid, todo un clásico
del fútbol español, y más en los últimos años en los que los hispalenses
se ganaron durante un tiempo mirar de frente a los grandes de España.
La debacle merengue en el Clásico, unido a la eliminatoria de Copa y el
sorteo de la Champions, parece haberlo fagocitado. Cuando precisamente
es al revés. Este partido puede hacer de altavoz o de barrera de esos ecos del Madrid-Barcelona que aún resuenan desde el pasado sábado.
Y es que después de haber solventado la salida a Ponferrada con
el segundo comando, el Real Madrid vuelve a retomar sensaciones con la
Liga. Ese campeonato en el que recibió su último y más serio varapalo, y
del que puede ser líder en solitario durante todas las navidades a poco que sume un punto en
el Sánchez Pizjuán. La maquinaria propagandística del club blanco,
dirigida y protagonizada por Mourinho casi exclusivamente, ya empezó a
trabajar en valorizar ese hecho desde el día después del Clásico. Y a
buen seguro que de conseguir ese punto, y terminar así el año 2011 por
delante del Barcelona en la competición doméstica, los ánimos acabarán apaciguándose en la Casa Blanca ya sea oficiosa u oficialmente después del revuelo que causaron los ‘Pep Show Boys’ en su visita al coliseo merengue.
No lo tendrá nada fácil el Real Madrid a priori. Y es que Marcelino cuenta con todo su arsenal a excepción de Perotti, Palop, y
por supuesto, el más que probable fichaje de Reyes, aún no consumado.
Esto es, su Jesús Navas, su Negredo, su Manu del Moral, Kanouté, Javi
Varas, esa medular tan física compuesta por los
Medel-Trochowski-Rakitic, su descanso acumulado después de haberse caído
de las competiciones europeas, y su Sánchez Pizjuán, una
herramienta de esas que hay que tener en cuenta en partidos de alta
tensión como el de este sábado. “El Sevilla será el final a un ciclo
complicado del calendario” espetaba también Mourinho en rueda de prensa,
consciente de la dificultad máxima de salir victorioso del coliseo
sevillista.
Y todo ello pese a que el año anterior pareciera fácil tanto en Liga como en Copa,
y a que el Sevilla parece haber perdido parte de su concentración
después de hacer saltar la banca en el Camp Nou con un antológico Javi
Varas. Pues tan sólo ha ganado dos partidos en Liga en estos casi dos meses.
Dejándose en el camino además un empate en casa ante el Racing, una
derrota en casa ante el Granada, y un empate en Mallorca. Sin embargo,
con sólo echar la vista atrás y recordar momentos para el recuerdo como
la campaña en portugués del club sevillista para recibir al Madrid, la
trifulca en el Bernabéu que acabó con el delegado Herrerín por los
suelos, el golazo de Benzema el curso pasado, la icónica parada de Casillas a Perotti, las lágrimas de Rubén en el banquillo merengue, o hasta el gol de un joven Sergio Ramos de falta al Real Madrid bastan para saber que este partido es especial entre los especiales y merece todos los focos posibles, pues puede pasar de todo.
Mourinho
no se ha guardado nada. Veinte jugadores entre los que sólo faltan
Granero y Sahin por decisión técnica, y Coentrao y Carvalho por lesión.
Nada que no pueda enmendar el técnico del Real Madrid, que dice haber
estudiado muy bien al rival. Claro que también dijo eso Karanka en la
previa del Clásico y luego no hubo cintura táctica ninguna. Habrá invocado el cuerpo técnico a esa manida suerte que dice que no le acompañó para que aparezca este sábado en el partido ante el Sevilla. Pues necesitará de todo ello. En juego, más que los tres puntos, un manojo de nervios que cultivar durante todas las navidades. Y lo que seguramente es más importante, su propio crédito, su palabra, que el Real Madrid realmente termine el año cerca de lo que el técnico dice que se merece.
“El Sevilla es uno de los rivales más fuertes de esta Liga”. Una afirmación que cobra relevancia, no por su contenido, retórico donde los haya, sino por el interlocutor. El mismo José Mourinho, que
con sus palabras en rueda de prensa ha puesto de nuevo en el panorama
futbolístico del país un partido que per sé nunca debiera haber
desaparecido: un Sevilla-Real Madrid, todo un clásico
del fútbol español, y más en los últimos años en los que los hispalenses
se ganaron durante un tiempo mirar de frente a los grandes de España.
La debacle merengue en el Clásico, unido a la eliminatoria de Copa y el
sorteo de la Champions, parece haberlo fagocitado. Cuando precisamente
es al revés. Este partido puede hacer de altavoz o de barrera de esos ecos del Madrid-Barcelona que aún resuenan desde el pasado sábado.
Y es que después de haber solventado la salida a Ponferrada con
el segundo comando, el Real Madrid vuelve a retomar sensaciones con la
Liga. Ese campeonato en el que recibió su último y más serio varapalo, y
del que puede ser líder en solitario durante todas las navidades a poco que sume un punto en
el Sánchez Pizjuán. La maquinaria propagandística del club blanco,
dirigida y protagonizada por Mourinho casi exclusivamente, ya empezó a
trabajar en valorizar ese hecho desde el día después del Clásico. Y a
buen seguro que de conseguir ese punto, y terminar así el año 2011 por
delante del Barcelona en la competición doméstica, los ánimos acabarán apaciguándose en la Casa Blanca ya sea oficiosa u oficialmente después del revuelo que causaron los ‘Pep Show Boys’ en su visita al coliseo merengue.
No lo tendrá nada fácil el Real Madrid a priori. Y es que Marcelino cuenta con todo su arsenal a excepción de Perotti, Palop, y
por supuesto, el más que probable fichaje de Reyes, aún no consumado.
Esto es, su Jesús Navas, su Negredo, su Manu del Moral, Kanouté, Javi
Varas, esa medular tan física compuesta por los
Medel-Trochowski-Rakitic, su descanso acumulado después de haberse caído
de las competiciones europeas, y su Sánchez Pizjuán, una
herramienta de esas que hay que tener en cuenta en partidos de alta
tensión como el de este sábado. “El Sevilla será el final a un ciclo
complicado del calendario” espetaba también Mourinho en rueda de prensa,
consciente de la dificultad máxima de salir victorioso del coliseo
sevillista.
Y todo ello pese a que el año anterior pareciera fácil tanto en Liga como en Copa,
y a que el Sevilla parece haber perdido parte de su concentración
después de hacer saltar la banca en el Camp Nou con un antológico Javi
Varas. Pues tan sólo ha ganado dos partidos en Liga en estos casi dos meses.
Dejándose en el camino además un empate en casa ante el Racing, una
derrota en casa ante el Granada, y un empate en Mallorca. Sin embargo,
con sólo echar la vista atrás y recordar momentos para el recuerdo como
la campaña en portugués del club sevillista para recibir al Madrid, la
trifulca en el Bernabéu que acabó con el delegado Herrerín por los
suelos, el golazo de Benzema el curso pasado, la icónica parada de Casillas a Perotti, las lágrimas de Rubén en el banquillo merengue, o hasta el gol de un joven Sergio Ramos de falta al Real Madrid bastan para saber que este partido es especial entre los especiales y merece todos los focos posibles, pues puede pasar de todo.
Mourinho
no se ha guardado nada. Veinte jugadores entre los que sólo faltan
Granero y Sahin por decisión técnica, y Coentrao y Carvalho por lesión.
Nada que no pueda enmendar el técnico del Real Madrid, que dice haber
estudiado muy bien al rival. Claro que también dijo eso Karanka en la
previa del Clásico y luego no hubo cintura táctica ninguna. Habrá invocado el cuerpo técnico a esa manida suerte que dice que no le acompañó para que aparezca este sábado en el partido ante el Sevilla. Pues necesitará de todo ello. En juego, más que los tres puntos, un manojo de nervios que cultivar durante todas las navidades. Y lo que seguramente es más importante, su propio crédito, su palabra, que el Real Madrid realmente termine el año cerca de lo que el técnico dice que se merece.
Partido claro para el Madrid que no fallara 2 veces seguidas.
con sus palabras en rueda de prensa ha puesto de nuevo en el panorama
futbolístico del país un partido que per sé nunca debiera haber
desaparecido: un Sevilla-Real Madrid, todo un clásico
del fútbol español, y más en los últimos años en los que los hispalenses
se ganaron durante un tiempo mirar de frente a los grandes de España.
La debacle merengue en el Clásico, unido a la eliminatoria de Copa y el
sorteo de la Champions, parece haberlo fagocitado. Cuando precisamente
es al revés. Este partido puede hacer de altavoz o de barrera de esos ecos del Madrid-Barcelona que aún resuenan desde el pasado sábado.
Y es que después de haber solventado la salida a Ponferrada con
el segundo comando, el Real Madrid vuelve a retomar sensaciones con la
Liga. Ese campeonato en el que recibió su último y más serio varapalo, y
del que puede ser líder en solitario durante todas las navidades a poco que sume un punto en
el Sánchez Pizjuán. La maquinaria propagandística del club blanco,
dirigida y protagonizada por Mourinho casi exclusivamente, ya empezó a
trabajar en valorizar ese hecho desde el día después del Clásico. Y a
buen seguro que de conseguir ese punto, y terminar así el año 2011 por
delante del Barcelona en la competición doméstica, los ánimos acabarán apaciguándose en la Casa Blanca ya sea oficiosa u oficialmente después del revuelo que causaron los ‘Pep Show Boys’ en su visita al coliseo merengue.
No lo tendrá nada fácil el Real Madrid a priori. Y es que Marcelino cuenta con todo su arsenal a excepción de Perotti, Palop, y
por supuesto, el más que probable fichaje de Reyes, aún no consumado.
Esto es, su Jesús Navas, su Negredo, su Manu del Moral, Kanouté, Javi
Varas, esa medular tan física compuesta por los
Medel-Trochowski-Rakitic, su descanso acumulado después de haberse caído
de las competiciones europeas, y su Sánchez Pizjuán, una
herramienta de esas que hay que tener en cuenta en partidos de alta
tensión como el de este sábado. “El Sevilla será el final a un ciclo
complicado del calendario” espetaba también Mourinho en rueda de prensa,
consciente de la dificultad máxima de salir victorioso del coliseo
sevillista.
Y todo ello pese a que el año anterior pareciera fácil tanto en Liga como en Copa,
y a que el Sevilla parece haber perdido parte de su concentración
después de hacer saltar la banca en el Camp Nou con un antológico Javi
Varas. Pues tan sólo ha ganado dos partidos en Liga en estos casi dos meses.
Dejándose en el camino además un empate en casa ante el Racing, una
derrota en casa ante el Granada, y un empate en Mallorca. Sin embargo,
con sólo echar la vista atrás y recordar momentos para el recuerdo como
la campaña en portugués del club sevillista para recibir al Madrid, la
trifulca en el Bernabéu que acabó con el delegado Herrerín por los
suelos, el golazo de Benzema el curso pasado, la icónica parada de Casillas a Perotti, las lágrimas de Rubén en el banquillo merengue, o hasta el gol de un joven Sergio Ramos de falta al Real Madrid bastan para saber que este partido es especial entre los especiales y merece todos los focos posibles, pues puede pasar de todo.
Mourinho
no se ha guardado nada. Veinte jugadores entre los que sólo faltan
Granero y Sahin por decisión técnica, y Coentrao y Carvalho por lesión.
Nada que no pueda enmendar el técnico del Real Madrid, que dice haber
estudiado muy bien al rival. Claro que también dijo eso Karanka en la
previa del Clásico y luego no hubo cintura táctica ninguna. Habrá invocado el cuerpo técnico a esa manida suerte que dice que no le acompañó para que aparezca este sábado en el partido ante el Sevilla. Pues necesitará de todo ello. En juego, más que los tres puntos, un manojo de nervios que cultivar durante todas las navidades. Y lo que seguramente es más importante, su propio crédito, su palabra, que el Real Madrid realmente termine el año cerca de lo que el técnico dice que se merece.
“El Sevilla es uno de los rivales más fuertes de esta Liga”. Una afirmación que cobra relevancia, no por su contenido, retórico donde los haya, sino por el interlocutor. El mismo José Mourinho, que
con sus palabras en rueda de prensa ha puesto de nuevo en el panorama
futbolístico del país un partido que per sé nunca debiera haber
desaparecido: un Sevilla-Real Madrid, todo un clásico
del fútbol español, y más en los últimos años en los que los hispalenses
se ganaron durante un tiempo mirar de frente a los grandes de España.
La debacle merengue en el Clásico, unido a la eliminatoria de Copa y el
sorteo de la Champions, parece haberlo fagocitado. Cuando precisamente
es al revés. Este partido puede hacer de altavoz o de barrera de esos ecos del Madrid-Barcelona que aún resuenan desde el pasado sábado.
Y es que después de haber solventado la salida a Ponferrada con
el segundo comando, el Real Madrid vuelve a retomar sensaciones con la
Liga. Ese campeonato en el que recibió su último y más serio varapalo, y
del que puede ser líder en solitario durante todas las navidades a poco que sume un punto en
el Sánchez Pizjuán. La maquinaria propagandística del club blanco,
dirigida y protagonizada por Mourinho casi exclusivamente, ya empezó a
trabajar en valorizar ese hecho desde el día después del Clásico. Y a
buen seguro que de conseguir ese punto, y terminar así el año 2011 por
delante del Barcelona en la competición doméstica, los ánimos acabarán apaciguándose en la Casa Blanca ya sea oficiosa u oficialmente después del revuelo que causaron los ‘Pep Show Boys’ en su visita al coliseo merengue.
No lo tendrá nada fácil el Real Madrid a priori. Y es que Marcelino cuenta con todo su arsenal a excepción de Perotti, Palop, y
por supuesto, el más que probable fichaje de Reyes, aún no consumado.
Esto es, su Jesús Navas, su Negredo, su Manu del Moral, Kanouté, Javi
Varas, esa medular tan física compuesta por los
Medel-Trochowski-Rakitic, su descanso acumulado después de haberse caído
de las competiciones europeas, y su Sánchez Pizjuán, una
herramienta de esas que hay que tener en cuenta en partidos de alta
tensión como el de este sábado. “El Sevilla será el final a un ciclo
complicado del calendario” espetaba también Mourinho en rueda de prensa,
consciente de la dificultad máxima de salir victorioso del coliseo
sevillista.
Y todo ello pese a que el año anterior pareciera fácil tanto en Liga como en Copa,
y a que el Sevilla parece haber perdido parte de su concentración
después de hacer saltar la banca en el Camp Nou con un antológico Javi
Varas. Pues tan sólo ha ganado dos partidos en Liga en estos casi dos meses.
Dejándose en el camino además un empate en casa ante el Racing, una
derrota en casa ante el Granada, y un empate en Mallorca. Sin embargo,
con sólo echar la vista atrás y recordar momentos para el recuerdo como
la campaña en portugués del club sevillista para recibir al Madrid, la
trifulca en el Bernabéu que acabó con el delegado Herrerín por los
suelos, el golazo de Benzema el curso pasado, la icónica parada de Casillas a Perotti, las lágrimas de Rubén en el banquillo merengue, o hasta el gol de un joven Sergio Ramos de falta al Real Madrid bastan para saber que este partido es especial entre los especiales y merece todos los focos posibles, pues puede pasar de todo.
Mourinho
no se ha guardado nada. Veinte jugadores entre los que sólo faltan
Granero y Sahin por decisión técnica, y Coentrao y Carvalho por lesión.
Nada que no pueda enmendar el técnico del Real Madrid, que dice haber
estudiado muy bien al rival. Claro que también dijo eso Karanka en la
previa del Clásico y luego no hubo cintura táctica ninguna. Habrá invocado el cuerpo técnico a esa manida suerte que dice que no le acompañó para que aparezca este sábado en el partido ante el Sevilla. Pues necesitará de todo ello. En juego, más que los tres puntos, un manojo de nervios que cultivar durante todas las navidades. Y lo que seguramente es más importante, su propio crédito, su palabra, que el Real Madrid realmente termine el año cerca de lo que el técnico dice que se merece.
Partido claro para el Madrid que no fallara 2 veces seguidas.