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A falta de fútbol, sacó el mazo el Real Madrid ante el Alcoyano.
Siempre el gol ha sido una diferencia reservada a los poderosos, y el
equipo de José Mourinho lo ejemplificó en una primera mitad en la que le
bastaron dos zarpazos de Benzemá y Kaká en los únicos disparos que
realizó entre los tres palos para cerrar el partido y la eliminatoria.
Dos futbolistas de 100 millones de euros que plasmaron la sideral
diferencia entre uno de los conjuntos más ricos del mundo y un plantel
de jornaleros, de supervivientes.
Salió el Alcoyano al campo respondón, con gallardía y resuelto a
reclamar su cuota de protagonismo en un torneo que arrincona cada vez
más a los humildes. La voracidad sin límites de los dos grandes del
fútbol español, que ya no entienden de concesiones ni toman el mínimo
riesgo de irse con el prestigio hecho jirones, y el sistema del torneo,
rendido al doble partido, hacen casi imposibles las historias de David y
Goliat. Aun así le sobraron arrestos a los locales, que en apenas cinco
minutos habían botado cuatro corners. No dio el Madrid, con una defensa
completamente experimental, sensación de solidez, y varios enredos en
cadena concedieron opciones de sorpresa al Alcoyano.
Fue
minimalista el planteamiento de Mourinho, destemplado por un campo de
dimensiones reducidas donde el mínimo error en la salida de balón
penaliza sobremanera. Ante este condicionante, al que se añadió la
intención del Alcoyano de achicar espacios y presionar alto, el manager
ordenó el juego directo, obviando centro del campo, también de fogueo
con Essien y Alex Fernández. Adán, Varane o Carvalho fueron los
lanzadores de un Madrid inconexo, que no encontró a sus volantes para
hilvanar el juego. Sin brillo, el equipo de Mourinho sí que mantuvo una
concertación disuasoria para su rival, aunque en ningún momento mostró
un discurrir cadencioso. Fruto de uno de estos pelotazos sin excesivo
acuse de continuidad, llegó el primero del Madrid. Un doble error de la
defensa, que no acertó a despejar un balón frontal que no revestía
excesivos problemas, terminó en franquicia para Benzemá, que ajustició
al portero con un cabezazo picado a bocajarro.
No cambió el guión
el Madrid tras el gol, que ciertamente redujo el ímpetu del Alcoyano,
que sin aviso previo se encontró con un sopapo en el mentón. Las buenas
intenciones locales obtuvieron un sumario baño de pegada. Ni aun así se
hizo el equipo blanco con el control del balón, desdeñado por la
propuesta tan vertical con la que se presentó El Collao. Fruto de otra
jugada aislada, y con la efectividad de un asesino silencioso, Kaká,
casi siempre atildado en partidos de bajo vuelo, hizo el segundo tanto
del choque. Una conducción por el área en la que se fue perfilando hacia
la zurda para cruzar, con su pierna izquierda, un disparo no
excesivamente fuerte pero perfectamente colocado que se alojó pegado al
palo largo del portero.
El paso por los vestuarios revitalizó
levemente al Alcoyano, que se repuso de los mazazos recibidos en las
postrimerías de la primera mitad. De nuevo se asomó al balcón de Adán,
lo probó tímidamente y dispuso de una nueva batería de corners que
empujaron a un equipo que no desfalleció en ningún momento. Ni siquiera
tras el gol de José Rodríguez, que engalanó su debut con una parabola
perfecta que embolsó con su pie derecho a la red. El tercer disparo del
Madrid supuso el tercer gol de los de Mourinho. Encontró la recompensa
el Alcoyano a un esfuerzo sobrecogedor con el gol de Javi Lara, que
batió de falta al portero blanco. Benzemá puso la el punto final tras
una buena combinación con Morata. Sin brillo ni arabescos, sin botar un
saque de esquina y con menos fútbol del exigible a un equipo de su
alcurnia, el mazo del Madrid derribó la moral del Alcoyano.
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