Pocas veces dos equipos tan opuestos se han enfrentado en un torneo oficial de selecciones como en el partido que ha propiciado esta peculiar y entraña Copa Confederaciones. Magnificada por la naturaleza consustancial al fútbol moderno, la sideral diferencia entre España y Tahití se plasmará sobre un terreno de juego, que para más simbolismo será el de Maracaná, donde la selección jugará por primera vez desde hace 63 años. En el mítico estadio de Río de Janeiro tuvo lugar el gol de Zarra ante Inglaterra que permitió a España lograr la cuarta plaza en la Copa del Mundo de Brasil 50, su mejor clasificación hasta que tocó el cielo en Johanesburgo.
Será Maracaná el testigo del enfrentamiento entre un conjunto, España, formado por algunos de los mejores jugadores del mundo, estrellas mediáticas de los principales clubes de Europa y millonarios todos y Tahití, un puñado de amigos totalmente amateurs, en el que sólo hay un jugador profesional. Poco o nada saben de este mundo de focos este grupo de personas perfectamente anónimas entre las que se puede encontrar un estibador, un alpinista o un sastre. Nadie vive del fútbol en este combinado.
No hay por donde pillar lejos de lo emotivo este partido. Es tan cierto que Tahití se ha ganado su presencia en la Copa Confederaciones ganando la región de Oceanía, como que algo falla en la organización de un torneo reducido a ocho equipos en el que se cuela un elemento tan sospechoso como este. Es difícil determinar en qué momento el encanto, la ternura y el espíritu globalizador del deporte traspasa la barrera del esperpento. Si en la historia de los Juegos Olímpicos permanecerá para siempre la imagen del nadador guineano Eric Moussambani casi ahogándose en Sidney 2000, Tahití, que también casi se ahoga durante los últimos minutos del partido ante Nigeria, tiene papeletas para quedar como una broma de mal gusto para un campeonato serio.
Le metió Nigeria seis sin jugar a nada y España, que presumiblemente mudará toda su alineación respecto al debut ante Uruguay y al que está llamado a competir en las semifinales, le endosará los que quiera. No se espera que haga sangre la campeona de todo, ya subrayada en los libros por partidos y torneos de verdad y sin necesidad de inscribirse por una efeméride goleadora que hasta quitaría encanto al embriagador aroma de España que ha cautivado a todo el planeta futbolístico. Será el partido más importante de la historia de Tahití, una isla de 180.000 habitantes sin tradición en el fútbol, ni jugadores profesionales que un día podrán contar la goleada que le metió una España que en aquel momento era la mejor selección del mundo.
por lo que pueda pasar contra nigeria por los temas de la diferencia de goles creo que deberian ir con los suplentes a por la goleada cuanto mayor sea mejor cosa que conociendoles un poco dudo que hagan
Será Maracaná el testigo del enfrentamiento entre un conjunto, España, formado por algunos de los mejores jugadores del mundo, estrellas mediáticas de los principales clubes de Europa y millonarios todos y Tahití, un puñado de amigos totalmente amateurs, en el que sólo hay un jugador profesional. Poco o nada saben de este mundo de focos este grupo de personas perfectamente anónimas entre las que se puede encontrar un estibador, un alpinista o un sastre. Nadie vive del fútbol en este combinado.
No hay por donde pillar lejos de lo emotivo este partido. Es tan cierto que Tahití se ha ganado su presencia en la Copa Confederaciones ganando la región de Oceanía, como que algo falla en la organización de un torneo reducido a ocho equipos en el que se cuela un elemento tan sospechoso como este. Es difícil determinar en qué momento el encanto, la ternura y el espíritu globalizador del deporte traspasa la barrera del esperpento. Si en la historia de los Juegos Olímpicos permanecerá para siempre la imagen del nadador guineano Eric Moussambani casi ahogándose en Sidney 2000, Tahití, que también casi se ahoga durante los últimos minutos del partido ante Nigeria, tiene papeletas para quedar como una broma de mal gusto para un campeonato serio.
Le metió Nigeria seis sin jugar a nada y España, que presumiblemente mudará toda su alineación respecto al debut ante Uruguay y al que está llamado a competir en las semifinales, le endosará los que quiera. No se espera que haga sangre la campeona de todo, ya subrayada en los libros por partidos y torneos de verdad y sin necesidad de inscribirse por una efeméride goleadora que hasta quitaría encanto al embriagador aroma de España que ha cautivado a todo el planeta futbolístico. Será el partido más importante de la historia de Tahití, una isla de 180.000 habitantes sin tradición en el fútbol, ni jugadores profesionales que un día podrán contar la goleada que le metió una España que en aquel momento era la mejor selección del mundo.
por lo que pueda pasar contra nigeria por los temas de la diferencia de goles creo que deberian ir con los suplentes a por la goleada cuanto mayor sea mejor cosa que conociendoles un poco dudo que hagan